En la universidad nos vamos a enfrentar a una gran variedad y complejidad de textos académicos que están escritos por autores expertos en el tema y que además están dirigidos a personas que se relacionan con el área. Muchas veces utilizan un lenguaje especializado o utilizan datos para establecer razonamientos lógicos o causales.

Desde primer año, es ineludible tener que escribir una variedad de géneros académicos como los informes de laboratorio, ensayos o revisiones bibliográficas. En este punto, hay que enfrentarse a aportar nuestras propias visiones, análisis o conclusiones, integrando fuentes verídicas y expresando las ideas con coherencia y cohesión. Este proceso es largo ya que requiere un manejo amplio de la información para poder desarrollar lluvias de ideas, tomar apuntes e investigar fuentes. Además, hay que enfrentarse al hecho de tener que cumplir un mínimo de palabras y, a la vez, el “temor a la página en blanco”.

Al igual que con la lectura y la escritura, al ingresar a la universidad hay enfrentarse a una amplia variedad de géneros orales: presentaciones de casos clínicos, trabajos finales, defensas de tesis, presentaciones de posters, entre otros. Estas presentaciones son altamente desafiantes, sobre todo cuando concluyen con interrogaciones. En otras ocasiones se hacen al final de un ramo, de manera que se demuestra lo aprendido durante el semestre a la vez que se ponen en juego la capacidad de expresar claramente las ideas, de manejar el espacio y de utilizar la gestualidad, etc. Muchas personas refieren que es un proceso de construcción muy grande y que hay que adoptar nuevas herramientas para un mejor desplante.